El mundo clásico como modelo atemporal




Jesús Cotta.- Los humanistas del Renacimiento son una pléyade de hombres inquietos cuyo amor al ser humano y al mundo clásico, lejos de limitarse a una erudición libresca, estaba totalmente imbricado con su vida. La biografía de muchos de ellos fue novelesca y en no pocas ocasiones fueron testigos directos de los grandes hitos de la historia.

Uno de esos inquietos humanistas era el húngaro Jano Panonio. De un amplio florilegio de sus obras se conservan dos copias manuscritas en la Biblioteca Colombina de Sevilla, gracias al amor que nuestro querido y nunca lo bastante honrado Hernando Colón tenía por los libros. El editor y traductor del libro que ahora comentamos, Alfonso Lombana Sánchez, ha estudiado todos los manuscritos conservados del autor, entre ellos los de Sevilla, y nos entrega un  volumen que recupera «la coherencia original de la obra de Panonio», como indica en la introducción al mismo.

Se agradece la introducción que el traductor hace del autor y de sus obras, así como de las peripecias de los manuscritos, y son muy pertinentes todas las notas al pie, porque el autor utiliza mucho el recurso estilístico del ars allusiva, que pusieron de moda los poetas helenísticos, y que consiste en referirse a los personajes mitológicos e históricos no con su nombre, sino con una alusión a su origen o su función, o con una perífrasis que los resalta; para un público ducho en el mundo clásico, resultaba este recurso mucho más sugerente que ahora.

La traducción de los epigramas y las elegias de Panonio que nos entrega Lombana es elegante y exuda donaire, como buen conocedor del español y del latín que es; aquí, el español de Panonio tiene la frescura de lo recién hecho y lo bien dicho. Recuerda a veces el estilo del autor tanto al Marcial de los epigramas, por lo certero y a veces cáustico de sus críticas, como al Ovidio de las Metamorfosis, por esa desenvoltura y familiaridad con el mundo de las referencias mitológicas bien traídas, que llenan de colorido y relieve los sentimientos: buen ejemplo de ello lo encontramos en el epigrama 61 del Libro III, cuando rehúsa las disculpas de quien le ha hecho daño comparándose con un Télefo que no necesita la cura de Aquiles.

Es cierto que Panonio apabulla a veces con su constante referencia al mundo clásico y mitológico, pero no lo hace tanto para desplegar su saber cuanto porque es el ámbito natural en el que él se mueve y con el que explica los acontecimientos y su mundo interior; con ello, el mundo clásico adquiere el carácter de un modelo atemporal que nos sigue sirviendo de referente para la vida y para ilustrar la complejidad y sutileza del alma humana. Esta variedad de tonos del autor no se reduce a un mero virtuosismo literario sino que constituye el reflejo de lo abigarrada que fue su vida; y ahí cabe otra vez felicitar el talento del traductor para trasladar al español toda esa variedad de registros.

El tono de los epigramas de Panonio, como llenos que están de vida, son de lo más diverso; los hay  encomiásticos, bélicos, solemnes, personales, de ocasión, desgarrados… Y los hay también cáusticos, como el 93 del Libro VI, donde espeta al humanista Martino Filetio da Filettino lo siguiente: “Todos conocemos dónde nació la nobleza de tus padres: la una se limpia la nariz con el codo, el otro sólo no escupe al suelo si es día festivo”.

Sus composiciones abordan todo tipo de temas: la denuncia a un ladrón de versos, los efectos de una inundación (al más puro estilo ovidiano cuando nos relata el diluvio universal con que Zeus nos castigó), un árbol aplastado por el peso de sus propios frutos (con un gran poder simbólico), un planto por la muerte de su madre, los estragos que le ocasiona la fiebre mientras escribe sobre ella, etc. Incluso compone su propio epitafio.

El libro está además atravesado de reflexiones interesantes, como esta con que en la elegía 20 del Libro I alaba el retrato que le hizo el célebre pintor Andrea Mantegna: «Ni tan siquiera los espejos nos devuelven nuestros rostros así, como tampoco los intentos del agua en un vaso puro». Y reflexiones sobre el quehacer poético, como la del epigrama 382 del Libro V: «Hay cosas que no podría decir en versos y hay otras que, así dichas, no tienen chispa», como respuesta a su amigo Policarpo, que le pedía que compusiera un poema cada vez que ocurría cualquier cosa.

Especialmente sugerente es la elegía 25 del Libro I dedicada a la luna, “lo más vil en el cielo”, y símbolo del frío, de la enfermedad, de lo mudable y de lo peligroso, del espejismo y la apariencia, que tan pronto decrece como provoca las mareas: “Tiene también su aquel que solo brilles gracias al regalo de otro, mientras que los demás astros tienen su propia luz. De ahí viene que tu luz refulja sin calor, como la llama que se refleja de un espejo”.

Pero por encima de todas destaca, por su especial patetismo, la extensa elegía 11 del Manuscrito T. En ella el autor llora la muerte de un muchacho que le era muy querido; se trata de un grito contra la impunidad con que las Parcas, en nombre de nadie, actúan en un mundo tan bello y contra un muchacho tan inocente, bravo y hermoso. Durante el poema, el dolor del autor se proyecta en todos los planos temporales y espaciales y emocionales. Es como un disparo en todas las direcciones: protesta contra la muerte, exalta su inocencia y su belleza, la asocia a Hilas y a Ganimedes, convierte al amado en la flor que Flora se pondrá en la melena, y creerá reencontrarlo cada vez que vea un hombre rubio y fuerte; llega el poeta a afirmar que conserva al menos la esperanza de reencontrarlo en sueños, y se propone convertir su vida en un homenaje a él.

Doy la bienvenida a la obra de ese humanista inquieto y chispeante que fue Jano Panonio, de la mano de una editorial como Cypress Cultura, cuyo catálogo abunda en joyas humanistas, y de la de traductores de talento como Alfonso Lombana Sánchez.

Epigramas y elegías, de Jano Panonio. Edición y traducción de Alfonso Lombana. Cypress Cultura, Sevilla, 2025.










En HUMANISTAS rompemos una lanza por la tradición occidental, con sus claroscuros inclusos, para defenderla de los ataques que viene recibiendo en los últimos tiempos desde múltiples instancias, con la abierta intención de cancelarla o, al menos, neutralizar la influencia de su vigoroso legado sobre las generaciones presentes y futuras. Creemos los clásicos configuran el marco conceptual válido dentro del cual debemos seguir moviéndonos, y que sin ellos nuestra sociedad está abocada a la autodestrucción.


FUENTES

Cicerón

Séneca

Leonardo Bruni

Lorenzo Valla

Leon Battista Alberti

Guillaume Budé

Girolamo Savonarola

 Marsilio Ficino

Giovanni Pico della Mirandola

Charles de Bovelles

Antonio da Barga

Ambroise Paré

Pierre de Ronsard

Juan Luis Vives

Marco Antonio Camós

Pietro Pomponazzi

François de Rabelais

Francisco Sánchez

Cornelius Agrippa

Pierre Charron

Blaise Pascal

Alexander Pope

François-René de Chateaubriand

TEMAS

Tradición y fuentes del humanismo

[γνωθι σεαυτόν] Historia del precepto délfico: de Sócrates a Minucio Félix

De los dioses antropomorfos grecorromanos al hombre teomorfo cristiano

Las razones del humanismo contra la ciencia: el caso de Sócrates

Platón y el destino del hombre

La naturaleza dual del hombre en el Asclepio

La idea renacentista de Antigüedad cristiana

La impronta cristiana en el concepto de dignitas hominis en el Renacimiento italiano

"Guiados por gracia celestial": el humanismo cristiano y el legado grecolatino

La batalla del ciceronianismo en el Renacimiento italiano

La cultura del parricidio. La Modernidad contra la tradición

Humanismo renacentista y humanismo marxista

Humanismo y existencialismo

Humanismo y tradición a la luz de la hermenéutica

Del anti-humanismo al humanismo del otro hombre



OBRAS Y AUTORES

Sócrates: un enigma ante el espejo

Cicerón, padre del concepto humanitas

El humanismo de Publilio Siro en sus sentencias

Petrarca, ¿humanista cristiano?

Salutati y la naturaleza de la sabiduría humana

Juan de Lucena y el De vita beata

Janus Readers: los lectores de Panonio

La noción de la felicidad del hombre en el Palinurus de Maffeo Vegio

Marsilio Ficino, de la miseria del hombre al amor de Dios

Ficino: religión cristina y teología humanista

Erasmo: "Monachatus non est pietas"

Rudolph Agricola, "padre" del humanismo germánico

Castellio y la idea de tolerancia en el siglo XVI

En torno a los diálogos de Antonio Brucioli

Comenius y la disciplina de hacerse humano

Los humanismos del Quijote

Los Discursos filosóficos sobre el hombre, de Juan Pablo Forner


REFLEXIONES

Volver al hombre

La tradición traicionada

Entre el suelo y el cielo. Retorno al humanismo

Sobre la utilidad y el perjuicio del saber para la vida

Rehumanismo contra antropoclastia. Diez notas distintivas del hombre

Razón humanista frente a ideología humanitaria 

Conocimiento y dignidad humana en el siglo XXI

Humanismos del siglo XXI

Posthumanismo: el suicidio asistido de Europa

En defensa del viejo humanismo


ENTREVISTAS

Luis Frayle Delgado 

Jesús Cotta

Carlos Marín-Blázquez

Armando Pego Puigbó

Javier García Gibert

Javier Recas

Antonio Barnés

Manuel Neila



RESEÑAS

Un manifiesto contra la amnesia cultural: El banquete de los humanistas

La apertura del saber a lo eterno: De su ignorancia y la de muchos

Lorenzo Valla, Sobre el verdadero y el falso bien

De la autonomía a la providencia: La naturaleza del hombre

Al rescate de la Edad Media: Un tiempo entre luces 

Petrarca nuevamente intempestivo: Remedios para la vida 

Por la educación hacia la libertad: Sobre la juventud, de Fox Morcillo



VÍDEOS

Vigencia y necesidad del canon occidental