Ronsard: La excelencia del espíritu humano



Presentamos la traducción que el poeta y latinista Jesús Cotta ha realizado para HUMANISTAS del poema de Pierre de Ronsard titulado L'excellence de l'esprit de l'homme, un canto en alabanza de la humanidad que bien merecía ser vertido a nuestra lengua por un escritor de la talla de Cotta, a quien agradecemos la gentileza de haber correspondido a nuestra petición.


Nosotros no nacimos de la dura simiente

de rocas animadas; de una esencia más noble

se formó nuestro espíritu, el cual ha retenido

la índole del sitio de donde es oriundo.

Como una buena madre -cuando el hijo se duerme

solo echado en la cuna- sale fuera del aposento

y en un jardín pasea y allí retoza y juega

hasta que la requieren los cuidados del hijo

del cual ella está al cargo, y al encontrarlo solo

descubre su pezón y le da de su leche;

así se sale el alma, cuando el cuerpo reposa,

como de una prisión donde estaba encerrada,

y, durante el paseo y el juego por el cielo,

su país natural, se sienta con los dioses;

y tras haber gustado de la santa ambrosía,

a su cuerpo regresa, lo devuelve a la vida,

el cual, desvanecido, dormía, y moriría

si el alma demorase demasiado el regreso.

Apenas vuelve y ya le está comunicando

lo que aprende de Dios, le muestra cómo el cielo

traza sus movimientos, le explica la grandeza

de los astros etéreos, su fuerza y sus fulgores,

de los grandes y chicos; pues, como en la ciudad

donde cada uno sabe muy bien cuál es su rango

vemos los senadores en la primera fila

marchar muy graves ellos; después los comerciantes,

luego los artesanos, y el pueblo en cuarto puesto;

así dentro del cielo tienen los astros grado

y su espacio, los grandes, los chicos y medianos,

eternos ciudadanos de la mansión celeste.

Luego ella le revela si existen otros mundos,

si recibe Natura formas vagabundas (¿si la Naturaleza adopta formas errantes?),

si en Marte o en el sol y también en la luna

hay hombres viviendo, como ocurre en la Tierra,

y ciudades y bosques y praderas y ríos,

si están hechos sus cuerpos de materia más simple

que los nuestros mortales, burdamente formados

como habitantes de este tosco, oscuro elemento;

le cuenta cómo cae de las nubes un rayo,

los granizos y escarchas, también las lloviznas,

bientos, nieves, ciclones, y lo pone a medir

cielos, mares y tierra, para así cerciorarlo

por tan altos misterios de que su alma es divina,

porque de Dios tomó su primigenio origen.



L'excellence de l'esprit de l'homme


Nous ne sommes pas nés de la dure semence

Des cailloux animés; d'une plus noble essence

Notre esprit est formé, lequel a retenu

La nature du lieu duquel il est venu...

Comme une bonne mère, après que son fils dort

Couché seul au berceau, hors de la chambre sort,

Et dedans un jardin s'ébat et se promène,

Jusqu'à tant que le soin de son fils la ramène,

Duquel elle est soigneuse, et le trouvant seulet

Découvre sa mamelle et lui donne du lait;

Ainsi notre âme sort, quand notre corps repose,

Comme d'une prison où elle était enclose,

Et en se promenant et jouant par les cieux,

Son pays naturel, banquette avec les Dieux;

Puis, ayant bien mangé de la sainte ambroisie,

Redévale en son corps pour le remettre en vie,

Qui pâmé sommeillait et qui soudain mourrait

Si l'âme à retourner trop longtemps demeurait.

Sitôt qu'elle est rentrée, elle lui communique

Ce qu'elle apprend de Dieu, lui montre la pratique

Du mouvement du ciel, lui marque les grandeurs

Des astres éthérés, leur force et leurs splendeurs,

Des grands et des petits; car, comme en une ville

Où chacun garde bien la police civile,

On voit les sénateurs au premier rang marchants

Tenir leur gravité, au second les marchands,

Au tiers les artisans, au quart la populace,

Ainsi dedans le ciel les astres ont leur place

Et leur propre degré, grands, petits et moyens,

De la maison du ciel éternels citoyens.

Elle lui dit après s'il y a d'autres mondes

Si Nature reçoit les formes vagabondes,

Si le Soleil, si Mars, et si la Lune aussi

D'hommes sont habités, comme est la terre ici,

De villes, de forêts, de prés et de rivières,

Si leurs corps sont formés de plus simples matières

Que les nôtres mortels, qui sont faits grossement

Comme habitants ce sombre et grossier élément;

Lui dit comme se fait la foudre dans les nues,

Les grêles, les frimas et les pluies menues,

Vents, neiges, tourbillons, et lui fait mesurer

Le ciel, la mer, la terre, afin de l'assurer

Par mystères si hauts que notre âme est divine,

Ayant prise de Dieu sa première origine...